domingo, 30 de agosto de 2009

Dependencia,apego. La pareja.

Podemos ver otro ejemplo (espero no cansarles con tanto ejemplo):

Cuando hay una separación de pareja, en esos momentos (si no es de mutuo acuerdo) puede caérsele el mundo encima a la persona que no deseaba dicha separación. Lo primero que suele experimentar la persona es la tristeza, luego viene la rabia y la impotencia que más tarde puede llegar a convertirse en agresividad o depresión. Hablamos de reacciones que son consideradas “normales” aunque lo son únicamente cuando dependemos, cuando existe el apego. Porque al depender, nuestro yo, nuestro ego, nuestra autoestima, nuestros sentimientos, son dañados, han perdido algo que querían poseer, pero no podemos quedarnos ahí porque con todo ello lo único que conseguimos es hacernos más daño y sufrimiento .
Está claro que cuando dependemos de la otra persona dejamos de ser nosotros mismos porque necesitamos, o tenemos la necesidad, de que nos valoren, de saber que hay alguien que nos necesita, que nos hace sentir importante al depender de nosotros.
Eso significa que no nos valoramos y necesitamos la aprobación de la pareja y al ver que se ha roto, se ha destruido esa relación, es como si nos rompiéramos en trocitos.
Como hemos dicho nada nos pertenece y en esos momentos queremos tener a esa persona con nosotros y no nos damos cuenta que, tal vez, se ha acabado esa etapa, esa convivencia. Tenemos que ver la vida como pequeños ciclos, ahora, quizás, toca vivir otro ciclo diferente, no quedarnos aferrados a eso que nos gustaría seguir viviendo, porque en el fondo de nuestro ser sabíamos, sabemos, que no iba bien. Pero no queremos darnos cuenta, y cuando ya se rompe nos asustamos, nos sentimos perdidos, nos aferramos a no querer ver que el amor, ese amor de verdad, no existe, solo el apego, el miedo, la inseguridad, la comodidad, etc. a no tener eso que, de alguna forma, nos da cierta “estabilidad”.
Piensa que realmente ha sido una etapa muy interesante y que ahora te
toca vivir otra diferente. Sé que duele, que no es agradable, pero piensa que se va a pasar. Es como una muerte que necesita un tiempo para que se pase el dolor, pero después vuelve de nuevo la vida, vuelves a enamorarte, vuelves a ilusionarte, vuelves a sentirte vivo, porque el ser humano tiene la capacidad de amar, y esa capacidad es tan grande que es infinita, en su corazón caben muchos seres, es capaz de amar no solamente a una persona, sino a todas. No sufras amando solamente a una persona. Debes permitirte amar de verdad, cada etapa de tu vida es diferente. Vívela diferente. No quieras que sea igual que ayer. Por eso, lo más cómodo, lo más fácil, es que no suceda esa separación. Pero, si sucede tienes que verla como una etapa más de tu vida, un ciclo que se acaba, date tiempo para abrirte al nuevo ciclo, a la nueva etapa. Tú puedes hacerlo, por eso te digo que no te aferres, que no dependas. Puedes, incluso, amar a esa persona que se ha alejado, que te ha hecho sufrir, que ahora parece que odias ¿para qué quieres tener a tu lado a alguien que no te ama? ¿Quieres limitar tanto tu vida? Te pierdes la posibilidad de amar y de seguir amando.
Puedes llevar a esa persona en tu corazón, pero has de dejarla en libertad. Porque tienes la capacidad de amarla, en tu corazón cabe, pero continúa con tu camino, no te pares, continúa disfrutando de la vida, continúa amando. No te limites, porque si no vas a sufrir mucho en tu vida, porque nunca nos aman como nosotros queremos. Nos aman como saben amar.
Cuando lloras y derramas tus lágrimas por la persona que se ha ido, déjalas salir, déjalas que salgan porque así liberas tus sentimientos. Incluso debes dejar salir la rabia, eso es un instinto del ser humano, porque no quiere perder su poder sobre el otro. Casi diría que disfrutes llorando, porque libera tus sentimientos, y no los tienes guardados ahí dentro, dañando tu cuerpo, tu mente, tu espíritu. Y así sabes que se va a pasar, que vas a llorar un tiempo, como cuando alguien se muere físicamente. Porque en el fondo también es una muerte. Sé comprensivo, porque necesitas un tiempo, el tiempo de luto para que la tristeza, la rabia, la impotencia se transformen en paz, en darte c
uenta que esto que estás viviendo en forma negativa en estos momentos, cuando pase un tiempo, verás lo positivo que tiene aunque ahora no puedas verlo. Porque has aprendido, has mejorado tu vida (si quieres), y te has permitido saber que tienes una gran capacidad para amar, y no solamente a una sola persona. Porque siempre nos dicen que solo podemos amar a una sola persona. No es cierto. El amor no tiene límites. Tu corazón está lleno de amor. Transmítelo a todas las personas y a todas las cosas. No solamente a una.

domingo, 9 de agosto de 2009

Dependemos, sufrimos. Compartimos, disfrutamos.



Nada nos pertenece. Cuando nos apegamos a algo, o a alguien, nos crea sufrimiento. Disfrutemos de las cosas cuando las tenemos, no esperemos a perderlas para valorarlas, y cuando las tengamos, no nos adelantemos a pensar que las podemos perder, porque no disfrutamos ni cuando las tenemos ni cuando no. Vivimos en un continuo sufrimiento, porque no vivimos el momento presente. No te apegues. Sé libre. Comparte siempre.




Está claro que nada nos pertenece, que todo está en este mundo para ayudarnos. Pero parece ser que todavía nos cuesta entenderlo, aunque la vida nos lo esté diciendo continuamente en cada cosa. No queremos ver, ni escuchar. Yo les invito a que reflexionen en cómo la vida nos da la respuesta.
Pongamos un ejemplo muy común: los hijos. Los tenemos, los criamos, damos todo por ellos dejando de hacer cosas que deseamos para sacarlos adelante, y, al final, no nos pertenecen, por mucho que hayamos hecho por ellos. Nuestros hijos son hijos de la vida, nosotros sólo somos el medio para que vengan a este mundo, pero, además, podemos disfrutar de cada momento. Ellos nos enseñan en todo este trayecto (si queremos aprender) valores tan importantes como la paciencia, la comprensión, la ternura (un bebé es lo más tierno que hay cuando lo tienes en tus brazos, entre tu pecho). Nos enseñan a compartir. Nosotros también les enseñamos a ellos. Por eso hablamos de compartir. La gran diferencia se da cuando ellos son pequeños y no pueden valerse por sí mismos ya que, de manera física y mental “dependen” de nosotros para sobrevivir, hecho que va desapareciendo a medida que crecen. Muchos padres se niegan a ver este cambio, porque mantienen la mentalidad de que sus hijos, al depender de ellos, se convierten en algo de su propiedad. Y esta es una de las principales fuentes del sufrimiento, “el querer poseer”. Tal vez tengamos que aprender a “amar”. El amor es libertad. Es habitual que los padres quieran estar cerca de sus hijos, viendo sus pasos, formando parte de sus vidas, pero siempre han de ser conscientes de que estos no les pertenecen. Si los amamos, y queremos lo mejor para ellos, les dejaremos la libertad que necesitan. No podemos olvidar a su vez, que para llegar a amarlos hemos de empezar amándonos a nosotros mismos ya que es imposible dar algo que no tenemos. Cuando los hijos se alejan, tenemos la oportunidad de hacer otras cosas que antes no pudimos hacer, de crecer gracias al cambio que se nos ofrece. En la vida existe continuamente el cambio, y hemos de adaptarnos a esos cambios. No se trata de resignarse, sino de adaptarse.

Cuando tenemos algún problema.



Cuando tenemos algún problema, (como lo llamamos habitualmente), nos complicamos la vida de igual manera que lo hacíamos cuando teníamos que resolver los problemas de matemáticas en el colegio. Tal vez, si dejáramos de llamarlos problemas sería más fácil, porque esa palabra la tenemos en nuestra mente, en nuestro archivo, como algo que tenemos que resolver ya que si no lo hacemos no podremos “aprobar”. Incluso, cuando no lo logramos nos llaman torpes, nos dicen que no servimos, etc. Si utilizáramos otra forma, cuando tenemos ese conflicto, y cambiáramos la manera de verlo y su propio nombre, como por ejemplo, cambiar “problema” por “una situación a resolver”, somos más capaces de solventar esa situación porque, en principio, nos vamos a dar el tiempo necesario para resolverlo, con tranquilidad, no tiene que ser “ya”, nadie nos tiene que suspender o aprobar porque nosotros confiamos en que somos capaces de solucionarlo.





Vamos a ver una situación más concreta:
Una persona se siente gorda. Tal vez se siente así porque no acepta cómo es y espera a que los demás le acepten. Al ver que le rechazan va creando más angustia, más ansiedad y mayor malestar consigo misma. Esta ansiedad le provoca comer cada vez más. Entra en un círculo vicioso del cual le cuesta salir. Y esto se convierte en un “problema”.
En cambio, cuando le da el enfoque distinto, y ve que tiene una situación en su vida que ha de resolver, va dando pasos hasta que consigue solucionarlo. Quizás, uno de los primeros pasos sería aceptarse tal y como está. Luego, ha de tener mucha paciencia y comprensión consigo misma. ¿Por qué paciencia? Porque más de una vez se va a sentir mal por culpa de fallar en el intento, de volver a comer de manera ansiosa y compulsiva. ¿Por qué comprensión? Porque si no es compresiva, cuando falla no va a valorar los avances que haga. Por ejemplo, si hoy ha comido de forma compulsiva pero, a lo mejor, ha comido dos papas menos, tiene que valorar que ha dado un paso más, ha comido menos, y eso es lo que le va a dar la fuerza para continuar. Si no tiene en cuenta esto, se seguirá sintiendo mal consigo misma por no haberlo conseguido totalmente, y, por lo tanto, seguirá en ese círculo vicioso, una cosa le lleva a la otra. A parte de todo esto ha de aprender a valorarse y a quererse, a no depender de lo que digan los demás, porque, si no, no será más que una marioneta. Es muy importante que se diga cosas a sí mismo para reforzar su “yo”, su autoestima. Puede decirse que sabe que le va a costar dejar de comer pero que al mismo tiempo tiene muy claro que es capaz de hacerlo y se repite muchas veces que puede, “yo puedo”. Si alguien le dice que está gorda, en ese momento, dentro de su cabeza, en su mente, se ha de decir: eso es lo que tú ves, me ves gorda, pero no ves la parte más maravillosa de mí, te pierdes lo que yo soy en realidad. Por lo tanto, esa persona, es la que de verdad necesita ayuda, no tú. Porque no ve más allá de lo que tiene delante, y tú eres algo más que ese cuerpo. Cuando tú crees en eso, eso es así. Lo que tú piensas de ti, es lo que los demás ven en ti, por eso ten pensamientos buenos de ti, porque esa es tu verdadera esencia.
Tu cuerpo es como en vestido que llevas puesto, que unas veces los demás piensan que te queda mejor y otras veces que no tan bien, pero es el adecuado para ti. Cuando te sientes cómodo con él eres capaz de lucirlo con verdadera belleza. Porque… ¿qué es verdaderamente la belleza? Eso lo estipula la moda, los que hacen la moda. Aquellos que nos dirigen cómo y cuando quieren. Y te repito: Tú eres algo más que todo eso, no te quedes solamente con lo que ves fuera, aprende a mirarte dentro de ti, a llenarte de cosas buenas y bonitas para ti. No esperes a que los demás te lo digan. Si te dicen cosas bonitas, mejor, pero no dependas de lo que te digan los demás. No dependas jamás de nada ni de nadie, porque eres único en este mundo, acéptate como eres. Nadie se va a dar cuenta de los fallos que puedas tener, porque cada vez que resaltas tus virtudes eso es lo que los demás verán, si te sientes mal contigo, eso es lo que verán. Así pues, de ti depende que vean algo más de esa gordura, de ese cuerpo. Que vean tu esencia. Eres un ser de luz. Lleno de amor. Porque tú te amas y te aceptas tal y como eres.