Cuando tenemos algún problema, (como lo llamamos habitualmente), nos complicamos la vida de igual manera que lo hacíamos cuando teníamos que resolver los problemas de matemáticas en el colegio. Tal vez, si dejáramos de llamarlos problemas sería más fácil, porque esa palabra la tenemos en nuestra mente, en nuestro archivo, como algo que tenemos que resolver ya que si no lo hacemos no podremos “aprobar”. Incluso, cuando no lo logramos nos llaman torpes, nos dicen que no servimos, etc. Si utilizáramos otra forma, cuando tenemos ese conflicto, y cambiáramos la manera de verlo y su propio nombre, como por ejemplo, cambiar “problema” por “una situación a resolver”, somos más capaces de solventar esa situación porque, en principio, nos vamos a dar el tiempo necesario para resolverlo, con tranquilidad, no tiene que ser “ya”, nadie nos tiene que suspender o aprobar porque nosotros confiamos en que somos capaces de solucionarlo.
Vamos a ver una situación más concreta:
Una persona se siente gorda. Tal vez se siente así porque no acepta cómo es y espera a que los demás le acepten. Al ver que le rechazan va creando más angustia, más ansiedad y mayor malestar consigo misma. Esta ansiedad le provoca comer cada vez más. Entra en un círculo vicioso del cual le cuesta salir. Y esto se convierte en un “problema”.
En cambio, cuando le da el enfoque distinto, y ve que tiene una situación en su vida que ha de resolver, va dando pasos hasta que consigue solucionarlo. Quizás, uno de los primeros pasos sería aceptarse tal y como está. Luego, ha de tener mucha paciencia y comprensión consigo misma. ¿Por qué paciencia? Porque más de una vez se va a sentir mal por culpa de fallar en el intento, de volver a comer de manera ansiosa y compulsiva. ¿Por qué comprensión? Porque si no es compresiva, cuando falla no va a valorar los avances que haga. Por ejemplo, si hoy ha comido de forma compulsiva pero, a lo mejor, ha comido dos papas menos, tiene que valorar que ha dado un paso más, ha comido menos, y eso es lo que le va a dar la fuerza para continuar. Si no tiene en cuenta esto, se seguirá sintiendo mal consigo misma por no haberlo conseguido totalmente, y, por lo tanto, seguirá en ese círculo vicioso, una cosa le lleva a la otra. A parte de todo esto ha de aprender a valorarse y a quererse, a no depender de lo que digan los demás, porque, si no, no será más que una marioneta. Es muy importante que se diga cosas a sí mismo para reforzar su “yo”, su autoestima. Puede decirse que sabe que le va a costar dejar de comer pero que al mismo tiempo tiene muy claro que es capaz de hacerlo y se repite muchas veces que puede, “yo puedo”. Si alguien le dice que está gorda, en ese momento, dentro de su cabeza, en su mente, se ha de decir: eso es lo que tú ves, me ves gorda, pero no ves la parte más maravillosa de mí, te pierdes lo que yo soy en realidad. Por lo tanto, esa persona, es la que de verdad necesita ayuda, no tú. Porque no ve más allá de lo que tiene delante, y tú eres algo más que ese cuerpo. Cuando tú crees en eso, eso es así. Lo que tú piensas de ti, es lo que los demás ven en ti, por eso ten pensamientos buenos de ti, porque esa es tu verdadera esencia.

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